jueves, 6 de marzo de 2008

Caballos al rescate




La difteria es una de esas enfermedades que, afortunadamente, solo conocemos por las vacunas. Hace apenas cien años la situación era muy distinta. En aquella época, si eras un niño de entre 2 y 14 años la difteria era la principal causa de muerte.



En realidad, existen dos variantes de esta enfermedad. La segunda afecta la piel y suele ser bastante mas leve. Pero la variedad respiratoria es mortal en un 10 % de los casos y aun más cuando se trata de niños. Sangre, saliva, lagrimas o un simple estornudo pueden ser suficientes. La bacteria actúa generando una toxina que ataca las vías respiratorias, obstruyendolas y provocando una lenta muerte por asfixia. Si se conseguía evitar este efecto, aparecían otras complicaciones como inflamaciones en el corazón o parálisis muscular.




Enfrentados a una enfermedad, que en aquella época no tenía vacuna, los médicos se centraron en bloquear el efecto de la toxina. Un bacteriólogo alemán, Emil von Behring, junto con otro japonés, Kitasato Shibasaburo, descubrieron que podían salvar animales enfermos con suero sanguíneo procedente otros animales que habían sobrevivido a la infección. No era una vacuna ya que no impedía de la infección y se aplicaba a pacientes ya infectados. El suero contenía una antitoxina que ayudaba a los pacientes infectados protegiendolos de la toxina producida por la bacteria. Algo parecido a las antitoxinas se utilizan para protegernos del veneno de una serpiente.




Y ahí es donde aparecieron los caballos. Estos animales podían producir grandes cantidades de antitoxina y, en un mundo sin apenas automóviles, se podía disponer de gran cantidad de ellos. Algo importante porque dichos animales debían sobrevivir a la enfermedad y a los periódicos sangrados para extraer el valioso suero. Literalmente se dejaban la vida por sus dueños. Pero el resultado merecía la pena. Aproximadamente la mitad de los pacientes conseguían salvarse. Lo que significaba miles y miles de niños cada año.


A partir de los años cincuenta se dispuso de vacunas eficaces lo ha reducido enormemente la incidencia (menos de cinco casos registrados en Estados Unidos desde el año 2000 al 2005.) Imagino que en Europa será parecido a pesar de algunos brotes epidémicos en Europa del Este. Incluso ahora, la antitoxina es una herramienta muy valiosa junto con los antibióticos porque la vacuna deja de ser efectiva con el paso del tiempo. Esperemos que la difteria siga siendo una enfermedad “olvidada” para todos nosotros pero mejor no olvidarse de cumplir con los calendarios de vacunación.

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1 comentarios:

Blogger Unknown ha dicho...

Un article molt interessant. Mai m'havia plantejat com s'havia aconseguit combatre. Gràcies.

9 de marzo de 2008, 3:21

 

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