miércoles, 12 de diciembre de 2007

EL CABALLO LUSITANO Y EL CABALLO ESPAÑOL "Hermanos de sangre".




El caballo Lusitano está directamente emparentado con el Pura Raza Español, con el que comparte orígenes hace casi cinco mil años. Poco a poco se fue produciendo la diferenciación, por motivos políticos y otros hechos como el toreo, hasta la fijación definitiva de una raza que, aunque no está aún muy extendida, es previsible que su crecimiento sea imparable.

Los orígenes del caballo lusitano se remontan a hace cinco mil años. Emparentado con el Pura Raza Español, el Lusitano es la forma más pura de una raza hoy seleccionada y que se ha ido desarrollando durante varios siglos. Ya entonces era apreciado por su coraje, fuerza y poder, siendo muy valorado especialmente en tiempos de guerra.

En un primer momento, se puede hablar propiamente de un "caballo ibérico", del que hay testimonios en el segundo milenio antes de Cristo, mucho antes que en cualquier otro lugar de la Antigüedad -no hay evidencia, por ejemplo, en la iconografía babilónica o egipcia de caballos montados: sólo tirando de carros-. Así, desde antes del Neolítico existe en la Península este caballo domesticado, Ibérico, que es la lógica raíz tanto del Pura Raza Española como del Pura Sangre Lusitano.

Numerosos historiadores clásicos (desde Homero hasta Tito Livio, pasando por Polibio o Estrabón) se refieren a la importancia del caballo Ibérico, y a sus jinetes, en el desarrollo de distintas batallas. El caballo ibérico es admirado en toda Europa por su fuerza en el combate, y su cría permanece inalterada con el paso del tiempo; a pesar de las distintas invasiones que trajeron la entrada de distintas razas de caballos, todo esto, incluida la dominación bárbara, fue asimilado sin problemas en el desarrollo del caballo ibérico.



Árabes
Más controvertida resulta la entrada de los caballos Árabes a lo largo del período de dominación musulmana. Parece claro que los caballos bereberes estaban muy próximos a los ibéricos en su origen, por lo que esta sangre extranjera fue también fácilmente absorbida por el caballo ibérico homogéneo, que iba configurando de este modo su carácter.

Más bien, los caballos ibéricos admiraron al invasor, una población como los oriundos enamorada de los caballos, y además de seguir potenciando la cría de los mismos en la Península, exportaron excelentes ejemplares a África y Oriente Medio.

Con la Reconquista, el prestigio del caballo ibérico siguió extendiéndose por Europa, pero el dato más importante fue su llegada a Latinoamérica de la mano de los conquistadores: desde Centroamérica, dos movimientos divergentes -hacia el sur por Colombia y Perú y hacia el norte, reforzada luego con Cortés hasta México y Estados Unidos-, extendieron el caballo ibérico hasta el punto de que todas las razas americanas (Semínolas, Mustangs, Criollos o Appaloosas, por ejemplo) descienden directa o indirectamente del caballo ibérico.

Caminos separados
Unificadas las tierras españolas y portuguesas en una misma corona, durante ese período se redujeron el número de animales presentes en Portugal, y se prohibió también la exportación o el tránsito de los mismos por parte de las autoridades españolas, preocupadas de la resistencia lusa. Pero la independencia de Portugal respecto a España trajo también la "independencia" del caballo Lusitano, o más bien su diferenciación definitiva como un tipo con caracteres propios.

Los caballos que perduraron de la etapa de dominación fueron, por así decir, los "salvadores" de la raza, a partir de los cuales se reconstruyó (a la vez que se creó) el caballo Lusitano. El rey Joao V, en 1756, estableció por Real Decreto que la cría del Lusitano se mantendría por la "Coudelaria", un primer stud diseñado y que funcionaría bajo la supervisión de un noble designado por el rey para controlar la cría.

De aquí surgirán por tanto los caballos de esta Coudelaria, llamada de Alter Real (la más antigua de Portugal), que eran considerados los mejores de Europa para la Doma Clásica y los aires de Alta Escuela, y que desarrollaban sus exhibiciones en el Picadero Real, en el Palacio de Belén. Esta tradición continúa hoy con la Escuela Portuguesa de Arte Ecuestre, donde sólo se utilizan caballos de esta Coudelaria Nacional (en cualquiera de sus dos ramas: la genuina y Alter Real, ambas estatales).

Con las guerras napoleónicas vuelve la preocupación estatal por hacerse cargo de la selección de caballos con propósitos militares. Así, en Portugal (como también ocurrió en España en ese tiempo) se toma el control de la cría, produciéndose, por ejemplo, la inyección de varias sangres en la raza. Pero, obviamente, este interés fue decayendo con el paso de las décadas, a medida que el caballo dejaba de ser una pieza capital en el desarrollo de las batallas. Este declive se acentuó en los dos siglos siguientes con otros hechos como el desarrollo del servicio postal, la creación y expansión del ferrocarril y luego el automóvil... hasta la introducción de varias sangres en los programas militares ya el siglo pasado, una moda que se extendió y a la que sólo escaparon algunos criadores, conscientes de seguir desarrollando la cría en su forma más pura de sangre. A ellos hubo que recurrir más adelante para el establecimiento de los linajes modernos.

Artículo de "Ecuestre online", RECOMIENDO QUE LA VISITEIS:
http://www.ecuestreonline.com/ecuestredb/shownew?id=23378

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